Las manifestaciones de los
agricultores, de las que daban cuenta los medios de comunicación, ocupaban mi
pensamiento cuando, la pasada semana, me dirigía al museo del Prado. De manera
automática, cambié mis planes y me dediqué a disfrutar de las múltiples
iconografIas de la Agricultura que exhibe la pinacoteca; un tema muy recurrente
entre los artistas. Las obras seleccionadas para ilustrar esta reflexión comparten
simbología (frutos, herramientas…), pero hay un elemento común: el trabajo del
agricultor durante todo el año para que esa tierra, bendecida por la diosa
Ceres de Goya, ofrezca los frutos que llenan el cuerno de la abundancia y que,
en esencia, constituyen los alimentos del hombre.
![]() |
La Agricultura. Francisco de Goya |
Casi nadie (siempre hay algunos)
discute la importancia de la agricultura para un país. Bien es cierto que, en
los países desarrollados, cada vez es menos representativa. De hecho, según los
datos del Instituto Nacional de Estadística, en el último trimestre del año
2019, la agricultura generó aproximadamente el 3 por 100 de la producción española
y un 4 por 100 del empleo total.
Por lo tanto, ¿por qué es
relevante la agricultura? En esencia, por ser la encargada de alimentar a
su población y por ser la garante del medio ambiente, al tiempo que fija la
población en el medio rural. Y, de inmediato surge la siguiente cuestión. Pero,
si hoy día el comercio mundial nos ofrece la posibilidad de conseguir cualquier
alimento desde los países más lejanos ¿No debíamos abandonar nuestros campos
y comprar todo en los sitios que lo producen más barato? La respuesta
inmediata es NO; no, por razones de estrategia geopolítica. Un país que depende
de los suministros exteriores para alimentar a su población es muy vulnerable. Luego,
si necesitamos a la agricultura, ¿por qué protestan los agricultores
españoles?
La respuesta, aunque elemental,
es clara: el valor de sus producciones resulta insuficiente para el pago de
todos los insumos (los bienes y servicios que necesita para producirlos). Con
los datos publicados por el Ministerio de Agricultura he calculado la Relación
Real de Intercambio para los cereales y algunos insumos necesarios. Obviando el
tecnicismo, los datos son elocuentes: el precio cobrado por los cereales no
logra cubrir las compras de los productos necesarios para producirlos. Por
ejemplo, en el año 2019, el precio de los insumos para producir cereal fueron
todos superiores al precio que obtuvo el agricultor por la venta de su
producto. Téngase en cuenta de que este sencillo ejemplo ha contemplado
únicamente cuatro artículos, pero para cultivar cereales se necesitan abonos,
fertilizantes, servicios financieros (bancos…), servicios de apoyo (fiscalidad,
asesoría técnica…) y para todos ellos, la relación de precios sale
desfavorable.
Relación Real de Intercambio de los cereales.
2017
|
2018
|
2019
|
|
SEMILLAS
|
93,5
|
99,2
|
98,15
|
ELECTRICIDAD
|
85,7
|
89,3
|
92,7
|
CARBURANTES
|
101,4
|
99,9
|
92,3
|
MAQUINARÍA
|
97,20
|
102,4
|
96,9
|
(Fuente: Anuario
Fuente: Anuario estadístico. MAPA.
![]() |
El verano. Salvador Maella |
Entonces ¿debe el gobierno
fijar un precio y cerrar las fronteras al producto exterior? A las dos
cuestiones la respuesta es NO. El precio debe fijarse en los mercados, con
libre competencia y ahí radica una cuestión espinosa. Parte de los productos
que llegan del exterior, a un precio menor, no lo hacen en condiciones de
competencia. Las exigencias productivas/sanitarias para el productor español son
más rígidas que para el competidor no comunitario; un ejemplo lo constituyen
los requisitos de abonos y fitosanitarios, más estrictos en la normativa
europea. Tampoco, los bajos salarios de países competidores son los causantes
de este desequilibrio. La agricultura española tiene problemas que debe
resolver con una profunda renovación del sector y no volviendo a las viejas
demandas novecentistas de solicitar aranceles para el producto local.
A finales del siglo XIX se hizo
famosa la frase de los cerealistas castellanos: “Agua, sol y guerra en
Sebastopol”. La agricultura del siglo XXI tiene que competir apoyándose en
otras ventajas comparativas que le permitan diferenciar su producto y llevarlo
al mercado a precios más elevados.
El gobierno tiene que actuar y,
no fijando los precios, sino en otros frentes. Por ejemplo, rompiendo el
modelo oligopolista que existe en algunos suministros básicos para el
agricultor. Un número reducido de empresas multinacionales son las
suministradoras de abonos, herbicidas… y no sólo fijan los precios, sino que
acuerdan retirar del mercado productos más baratos y obligan a la compra de
sustitutos de mayor precio. También puede actuar frente a la actuación casi de
oligopolio que forman las eléctricas. El agricultor que ha modernizado su
explotación para contar con un regadío eficiente se encuentra que debe pagar un
alto precio por la electricidad no sólo en los, aproximadamente cuatro meses en
los que riega sus campos, sino a lo largo de todo el año, y ese coste de
mantenimiento de la energía eléctrica es muy elevado. Además, en este punto, pocas oportunidades de
elección tiene el agricultor; el mercado eléctrico tampoco es de competencia
perfecta y las empresas suministradoras de este bien tienen alta capacidad
negociadora.
![]() |
Invierno. Jacopo Bassano. |
También el gobierno tiene mucho
que hacer en el tema de las ayudas PAC provenientes de Europa. No es sólo
cuestión de recortes en la cantidad, sino de la distribución de éstas.
¿Por
qué se dan las ayudas a la superficie de la tierra y no a la producción? De
esta manera no se están incentivando las mejoras en las explotaciones; el
agricultor cobra lo mismo por hectárea cultivada independientemente del
rendimiento obtenido. Así pues, no se está incentivando la innovación ni las
mejoras y, por lo tanto, la eficiencia. Se trata de un sistema que privilegia
al agricultor “rentista” frente al dinámico y arriesgado. Cierto que el
anterior marco europeo contemplaba la producción y se llegó a la aberración de
tirar los excedentes. Sin embargo, debe aprovecharse la nueva política agraria
que se está diseñando para aprender de experiencias pasadas, centrándose en
definir unas ayudas que configuren una agricultura eficiente en cada país y no
una “captora pasiva de subvenciones”.
Las ayudas europeas a la
agricultura deben ser objeto de debate abierto entre todos los implicados:
instituciones, agricultores, expertos… La política agraria debe buscar la
eficiencia, en las pequeñas y en las grandes explotaciones. Y, sobre todo, debe
evitar que se generen rentas no vinculadas a la producción. Además, el reparto
nacional y autonómico de las subvenciones agrarias se presta a una fácil demagogia y da lugar a corruptelas de todos conocidas. Así, la
incorporación de jóvenes y mujeres en la agricultura es hoy el paradigma dominante;
estos colectivos gozan de derechos agrarios (reconocimiento de subvención) en
condiciones ventajosas. El control es insuficiente; las esposas de agricultores
que jamás han conducido un tractor ni se han ocupado del campo, más que por su
condición de cónyuges, disfrutan de estos beneficios que aumentan la renta
familiar. Lo mismo sucede con los beneficios obtenidos para los jóvenes que, no
siendo agricultores, son considerados como tales en la estadística y son
perceptores de ayudas aunque se encuentren realizando su formación académica.
Al no existir control riguroso sobre la utilización de las ayudas, se genera un importante desequilibrio en su reparto, fomentando la desigualdad entre los
agricultores, por lo que la competencia se ve seriamente alterada. Y, aunque es
un aspecto del que casi no se habla, existe un mercado paralelo en el que se
negocian derechos agrarios (esenciales para el cobro de subvenciones) que modifica,
de manera artificial, la estructura de rentas del sector. ¿Por qué la administración pública permite
este mercado especulativo?
![]() |
Copa de las cuatro estaciones. Tesoro del Delfín. |
Los bajos precios recibidos por
el sector agrario frente a los precios que debe pagar son la manifestación de
un problema de hondo calado. Todos los agentes implicados deben aceptar su
parte de responsabilidad. El gobierno de turno, mediante el empleo del Boletín
Oficial del Estado, no puede resolver por sí mismo esta compleja situación
haciendo subir artificialmente los precios agrarios. En una hipotética mesa de
negociación, el gobierno debe estar representado por varios ministros:
agricultura, industria y comercio. Los agricultores deben adaptarse a las
nuevas condiciones; la solución puede pasar por integrarse en cooperativas que
logren transformar el producto inicial y llevarlo hasta el mercado. De esta
manera se eliminarían eslabones de intermediarios y los beneficios alcanzarían
al productor de materias primas. ¿Por qué no existen cooperativas agrarias
potentes? El carácter individualista del agricultor no puede ser el único
factor explicativo.
Y, por supuesto los consumidores
finales. Cuando un comprador llega al mercado debe tener la posibilidad de
elección: precio o calidad. Y, para ello, debe ser transparente la información
a su alcance. Puede decidir comprar espárragos producidos en China o lentejas
procedentes de Canadá que son más baratos, pero la información debe estar clara
y no escondida (en algunos casos hay que hacer una tesis doctoral para
encontrar la diferencia entre envasado y producido). Pero, ese consumidor debe percibir
una diferencia clara para estar dispuesto a pagar un precio mayor por el
producto nacional. En otras palabras, el agricultor español debe ir a competir
en calidad y no en precio, porque nunca será competitivo toda vez que los
costes en países menos desarrollados son menores.
En otras palabras, el problema de
la agricultura en España no se resuelve con precios más altos o mayores
subvenciones. La solución exige la participación de todos los agentes:
agricultores, administraciones públicas, consumidores… y expertos independientes. Desearía que la
estrategia agraria en España pasara por reforzar el potencial negociador del
agricultor que le permitiera reducir los intermediarios en la cadena de valor
hasta el producto final. Mientras haya tantos eslabones desde el productor agrario hasta el consumidor, ambos son las partes más débiles de la cadena. Y,
como nada es sencillo en el orden económico, también hay un problema de
especulación mundial sobre las materias primas agrarias, pero ahí se abre otro
melón…
NOTA: Casi 10 días después de publicar esta entrada, una crisis sanitaria ha obligado a decretar en nuestro país el estado de alarma. Las fronteras, que parecían haberse abierto para siempre, comienzan a cerrarse y los paradigmas globalización/libre comercio ya no parecen tan sólidos. El abastecimiento de la población es uno de los pilares básicos en esta situación de emergencia que se vive en España. En el mundo que se configurará después de esta debacle, de alcance mundial, la agricultura deberá adquirir un papel más importante en la vida económica del país, sin que ello evite la necesidad de reformas que este sector debe afrontar en España.