LA OBRA DE MARINUS:
de impuestos, dinero, préstamos y usura.
Recuerdo, de visitas anteriores al museo del Prado, que en la
cartela de la obra de Marinus, “El cambista y su mujer”, se consideraba que ese
cuadro contenía una severa crítica hacia la usura de los banqueros. Sin
embargo, tiempo atrás, en la exposición que el museo dedicó a este pintor
neerlandés, esta mención a la usura se había matizado. Nuevas
investigaciones están dando lugar a una interpretación más acorde con la representación
del floreciente comercio que tenía lugar en las tierras holandesas durante el
siglo XVI. El auge de los intercambios supuso el ascenso de la burguesía
comercial; una nueva clase social que se convertiría en la principal clientela
del pintor. Por ello, los trabajos de Marinus pueden interpretarse, con permiso
de los expertos, en clave económica y social.
Desde la óptica económica, las obras de Marinus nos muestran dos aspectos interesantes. Por un lado, la recaudación de impuestos.
De hecho, el cuadro, colgado en la pared frente al espectador, contiene las referencias bíblicas (de los evangelistas Marcos, Lucas y Mateo) donde se narra ese acontecimiento. Por ello, no parece exagerado interpretar que el pintor, acaso atendiendo a su principal mercado, está reivindicando el trabajo del recaudador guiado por los valores de moralidad y honradez.
Un aspecto fascinante en la obra de este artista es el
relacionado con el ajuar vinculado a las actividades económicas que desempeñan
los protagonistas. El detalle de legajos, tinteros, bolsas contenedoras de
monedas, plumas de anotar constituye toda una riqueza informativa sobre los
enseres requeridos para esos trabajos. Muy interesante es también la balanza
con platillos triangulares del cambista junto a la caja con los diferentes
pesos. Se trata de los instrumentos que permitían autentificar las monedas,
pues al ser de metales preciosos como oro o plata, no era infrecuente que
presentaran limaduras que hacían perder el valor de ese medio de cambio. En
suma, la moneda no estaba respaldada por una autoridad estatal, como sucede hoy
día, por lo que la labor del cambista además de facilitar los medios
financieros era también la de controlar su valor.
Enlazando con el comienzo, siempre se ha creído entender que
las obras de Marinus contenían una crítica implícita a la usura y aleccionaban
sobre estos comportamientos condenables. Bien es cierto que durante mucho
tiempo se identificó el cobro de intereses con la usura. De hecho, La Biblia
contiene múltiples referencias, tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento
(Éxodo, Deuteronomio, Levítico, Eclesiástico, San Lucas, San Mateo…), en los que se condena el interés en los préstamos, equiparando la tasa de interés directamente con la
usura. Esa misma interpretación se
encuentra en la obra de William Shakespeare, El mercader de Venecia, donde se ensalza el comportamiento de un personaje que presta sin cobrar
interés alguno (Antonio), con la del judío Shylock a quien se le condena por
prestar con interés, aunque el mercader defienda la necesidad de obtener
ganancia legítimamente en la actividad mercantil y se esfuerce por
diferenciar ganancia y robo.
La usura en España está definida como el cobro de un interés
muy superior al normal del dinero o en condiciones tales que resulte un
contrato desproporcionado para una de las partes. Y, según la legislación
vigente el interés moratorio no podrá ser superior en 2,5 veces al interés
legal del dinero. Sin embargo, existen muchas empresas (basta ver anuncios
publicitarios) que ofrecen créditos casi sin papeleo a plazos muy cortos y con
elevados costes, bien por aplicar altos tipos de interés, bien por elevadas
comisiones. Se trata de un mercado no regulado al que acuden clientes en la
desesperación porque no tienen acceso al crédito bancario ofertado por las
entidades oficiales, convirtiéndose en “deudores cautivos” de los créditos rápidos
en condiciones abusivas. Estos casos suelen permanecer en la cara oculta de la
vida, pero hay veces que saltan a la luz. El Diario de Burgos de 25 Abril de
2021 daba cuenta de la sentencia de un juez ordenando a Dinero Crédito devolver
más de 1.900 euros a un burgalés que había firmado diferentes microcréditos a
los que se había aplicado un interés superior al 3.000 por 100 cuando la tasa
fijada por el Banco de España sobre créditos al consumo rondaba el 9 por 100.
Los bancos no son las instituciones mejor valoradas por la sociedad y la figura del banquero ha sido siempre objeto de caricatura. Basta recordar los dibujos del artista alemán, George Grosz, para comprobar este punto. Hay un cuadro en el museo Reina Sofía de este artista que ilustra muy bien este punto de vista. La obra se titula Haifische (Tiburones) donde los rasgos típicos de los personajes ponen de manifiesto el escaso aprecio social por estos personajes.
En MARINUS, has elegido unas obras fantásticas, llenas de matices y detalles. Ahora bien, no aprecio esa balanza con platillos.
ResponderEliminarGracias
Muchas gracias por dedicarme tu tiempo. En relación a la balanza, llevas razón; no se aprecia muy bien en la fotografía, pero trataré de explicarme.
EliminarEn el tercer cuadro, una pareja está alrededor de una mesa con monedas y otros elementos. El hombre mantiene en su mano izquierda una pequeña balanza, cuyos platillos en forma triangular sirven para comprobar el peso de las monedas. La mano derecha del personaje masculino ajusta las respectivas pesas en el platillo izquierdo del espectador.
En cualquier caso, si pinchas sobre la imagen puede ver con mayor nitidez la balanza a la que me refiero.
¡ya vi la balanza! tiene unas líneas muy sutiles y se confunde con los ropajes del personaje masculino. Tuve que ampliar la imagen.
ResponderEliminarGracias
Rocío