jueves, 3 de octubre de 2019

ESPAÑA-HOLANDA: caminos divergentes.


                                                                                                                                    

Un verano más he disfrutado del museo del Prado. La exposición temporal “Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines” ha concentrado casi toda mi atención. Si mis primeras visitas estuvieron motivadas por el placer inefable de contemplar las obras de esos tres maestros, las siguientes tuvieron un desafío: desentrañar las razones de mi desacuerdo con el hilo argumental de la exhibición. Se trataba, en definitiva, de una estupenda excusa para saborear los trabajos de esos grandes artistas;  en El Prado no hay una mínima representación de los dos pintores holandeses (existe un cuadro de Rembrandt y ninguno de Vermeer).

No tengo bagaje artístico para debatir con los expertos su tesis de que “el uso del arte como argumento para afirmar la singularidad de las naciones ha sido utilizado de forma exagerada”, pero en las distintas visitas iba madurando la idea de que en el pasado de España y Holanda están algunas de las raíces explicativas de la distancia actual entre ambos países. Y, algunos de esos factores se me mostraban en la comparativa de las obras, tal como están agrupadas en la exposición.

En la actualidad, aunque España y Holanda son países desarrollados pertenecientes a la Unión Europea, desde una óptica económico-social existen sustanciales diferencias entre ellos. Empleando datos del informe anual sobre la competitividad mundial, lo primero que llama la atención es la distancia en términos de potencial económico. Entre 140 países analizados, Holanda ocupa el puesto sexto, mientras España está dieciocho posiciones por abajo (puesto 26).  No podemos olvidar que un país más competitivo genera mayor riqueza para su población y además su reparto es más igualitario.

Según el indicador del producto interior per cápita, la población holandesa goza de una renta casi el doble de la española y está mejor distribuida (índice de Gini*). También hay diferencias por lo que a desempleo se refiere; la tasa de paro es casi cuatro veces superior en España que en Holanda (tabla 1).

Tabla 1.- Una comparación económica España-Holanda. 2018


España
Holanda
PIBpc (en dólares)
28.359
48.346
Tasa de desempleo (%)
17,2
4,8
Índice de Gini (*)
28,2
36,2

(*) Este indicador tiene un rango de valores entre 0 (Igualdad) y 100 (desigualdad). Por ello, un valor alto supone una mayor desigualdad.


Nicolás MAES. Anciana bendiciendo la mesa. 1656

Las obras de Nicolás MAES, Felipe RAMÍREZ y Pieter CLAESZ me parecieron muy elocuentes para ilustrar la diferencia en términos de riqueza que, ya hace tres siglos, existía entre ambos países. 
Felipe Ramírez. Bodegón con cardo. 1628
En el primero, la mesa bien abastecida daba cuenta de la abundancia y diversidad de alimentos disponibles para una anciana modesta. 
Pieter CLAESZ. Naturaleza muerta con pastel de pavo. 1617
Y, los otros dos, la exhibición de productos exóticos (pimienta, sal, limones…) y de utensilios lujosos en el caso del bodegón holandés contrasta con la austeridad del español.

La economía no es una ciencia exacta y, pese a la amplitud del estudio, el índice global de competitividad no es más que una foto aproximada del funcionamiento de las instituciones y su incidencia en los niveles de productividad; determinantes del bienestar de cada sociedad. Lo interesante de esa metodología es que facilita una ordenación de los países según una multiplicidad de factores - económicos, políticos y sociales. La tabla 2 recoge una sencilla comparativa entre España y Holanda. Los datos son elocuentes: el entorno para la actividad económica (justicia, educación, empresas…) es menos favorable en España que en Holanda.



Tabla 2.- Posiciones de España-Holanda según algunos componentes del índice global de competitividad.


España
Holanda
Variables institucionales
Independencia judicial
59
4
Corrupción
38
8
Formación y nuevas tecnologías
Años de escolarización
60
27
Usuarios internet
27
12
Habilidades digitales de la población
71
4
Cualificación mano de obra
41
15
Capacidad innovadora
Gastos I+D
31
19
Patentes
27
11
Dinamismo empresarial
Tiempo creación empresas
81
8
Actitud empresarial hacia el riesgo
86
7
Empresas innovadoras
96
9

Sin ánimo de ser determinista, en el pasado pueden encontrarse explicaciones para este presente. Y, es aquí donde la exposición me ofreció algunas claves. 
José de RIBERA. Demócrito. 1630
J. VERMEER. El geógrafo. 1669



















El geógrafo de Vermeer se nos presenta ricamente vestido y en un interior confortable. En claro contraste, el matemático Demócrito de José de Ribera viste casi unos harapos; una muy diferente consideración del científico en las dos sociedades. No estoy afirmando que la menor capacidad innovadora actual de España frente a Holanda se deba, únicamente, a la distinta importancia que ambas sociedades otorgaban a los científicos en el pasado, pero es ilustrativa la comparación de los datos de hoy y la representación pictórica de los hombres de ciencia en el pasado; la pobreza de la ciencia, en España, viene de lejos.

La proliferación de mercaderes en la pintura holandesa, desde la maravillosa obra de Rembrandt con los oficiales del gremio de pañeros de Amsterdam hasta el retrato del comerciante de seda de Carel Fabritius, contrasta con la casi ausencia de estos burgueses en el arte español de la muestra.


REMBRANDT VAN RIJN. Los síndicos. 1662
Carel FABRITIUS. Mercader de seda, 1649















De hecho, el único retrato presente, pintado por Murillo, es de un comerciante flamenco, aunque asentado en Sevilla. Y, sin embargo, es destacable la relevancia del alto funcionariado de la monarquía en el espléndido retrato de Velázquez.  


D. VELÁZQUEZ. D. Diego del Corral

La elevada consideración del comerciante en Holanda se contrapone con la del alto funcionario en España; una imagen clara de las diferencias en la composición de las élites sociales en ambos países en el siglo XVII. Y, con algunos matices, en la sociedad española de hoy persiste esa menor estima del papel social del empresario, por lo que no sorprenden los resultados que figuran en el cuadro 2. 

En suma, independientemente de las similitudes entre el arte flamenco y el español en la Europa del diecisiete, tal como se argumenta en esta exposición, lo que aparece con claridad es que los artistas en ambos territorios nos muestran unas muy claras diferencias económico-sociales. En esta reflexión se han ignorado múltiples factores (el papel de la religión, las prioridades educativas, el funcionamiento de la justicia, los valores dominantes en la sociedad, por ejemplo la permisividad ante comportamientos corruptos ...). Sin embargo, no parece aventurado afirmar que, en el camino de los países, las pisadas de hoy se apoyan en las huellas del pasado y Holanda nos saca una considerable distancia.