sábado, 30 de mayo de 2015

El discurso del colectivo Guerrilla Girls (I)



Mujeres en el arte del Siglo XX

 


Durante el primer trimestre del año, en la sala de exposiciones de Matadero en Madrid, se celebró la exposición Guerrilla Girls 1985-2015 para celebrar los treinta años de la fundación de ese colectivo artístico feminista. Iniciaron su andadura en Nueva York con la finalidad de desmentir la falsa creencia de que el arte contemporáneo era territorio de vanguardia social. Mediante carteles se dedicaron a realizar denuncias sobre el carácter conservador del arte y su condición de bastión sexista. Sus integrantes se mantuvieron en el anonimato y en público se presentaban con máscaras de gorila, inspirándose en el personaje célebre de King Kong y adoptando nombres de mujeres famosas ya fallecidas. Las Guerrilla Girls trabajaban con un planteamiento global; la discriminación en el arte no es independiente de lo que sucede en el contexto económico y social. Me interesó su método: denuncias con estadísticas.
Me animé a aplicar el procedimiento. Pensé que sería interesante comprobar la vigencia de su discurso en la actualidad. Para ello inicié mi particular investigación con dos hilos conductores. Por un lado, en la esfera del arte del siglo XX y por otro en el contexto socioeconómico español. El método de trabajo fue el siguiente: contrastar el mensaje de algunos carteles del colectivo con los resultados de mi estudio empírico.
Partiendo del cartel A y, alterando el ámbito de la muestra, he cambiado el universo del Museo Metropolitano de Nueva York por la publicación Arte del siglo XX elaborada por Taschen (una guía de referencia de la editorial alemana del mismo nombre con gran reputación en el mundo del arte). Con este cartel, uno de los más famosos por utilizar el cuadro de la Odalisca de Ingres, las Guerrilla Girls empapelaron Nueva York en 1989 denunciando la discriminación de las mujeres en el mundo del arte contemporáneo.
Cartel A.- ¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el MET?

 


 
La revisión detallada de la enciclopedia del arte del Siglo XX ofrece los resultados que se recogen en el cuadro 1.

Cuadro 1. Artistas considerados importantes para el arte del siglo XX.
 
Número
Porcentaje
Hombres
699
89,6
Mujeres
81
10,4
Total
780
100
 
 
 
 
 
 
 
 
De acuerdo con estas cifras, sólo un diez por ciento de mujeres están catalogadas como importantes para el arte del siglo XX. Ahora bien, si tenemos en cuenta que en esa relación los nombres de seis mujeres aparecen en la misma entrada biográfica que sus maridos y una, Suzanne Valadon es mencionada en la de su hijo, Maurice Utrillo, el porcentaje de mujeres artistas con especificidad biográfica baja hasta el 9,5 por 100. Por cierto, entre los 13 artistas españoles incluidos,  sólo figura una mujer: Susana Solano. Entre los portugueses se cita únicamente a María Elena Vieira de Silva.

Según consta en el cartel A, menos del 5 % de los artistas de las secciones dedicadas al arte moderno son mujeres, mientras que el 85 % de los desnudos son femeninos. Si se comparan estos datos con la importancia de las mujeres en el arte del Siglo XX (Cuadro 1), una primera conclusión aparece destacada: uno de los museos más emblemáticos del mundo tiene casi tres veces menos presencia de artistas femeninas que las consideradas como relevantes en el arte del pasado siglo.

El colectivo sostiene que en Europa las cosas son peor. Aprovechando la exposición titulada Fuego Blanco. La colección moderna del Kunstmuseum de Basilea que está teniendo lugar en el MNCARS de Madrid, elaboré los datos del cuadro 2.

Cartel B. - En Europa aún es peor.



 
 


Cuadro 2.  Exposición Fuego blanco
 
Número
Total obras
Hombres
50
104
Mujeres
1
1
Total
51
105
Si el cómputo es correcto, la representación femenina en la colección de arte moderno del Kunstmuseum de Basilea exhibida en Madrid es mínima. Sólo está presente la artista Agnes Martín, lo que  significa que menos del  2 por 100 (1,96 %) de los artistas son mujeres; porcentaje muy por debajo de la cifra del 3 por 100 del Met que daban las Guerrilla Girls. Ahora bien, si los cálculos se efectuan desde el punto de vista del número de obras exhibidas, la presencia femenina empeora todavía más. El hecho de que se exhiba únicamente una obra de mujer artista entre las 105 piezas de la exposición reduce el porcentaje hasta el 0,9 por 100 del total.

Cuando la presencia femenina se analiza como objeto y no como sujeto de la obra, la mujer está más representada. En 14 de los 105 trabajos, la figura femenina es motivo central ( 13 por 100). El dato, tan alejado del 83 por 100, parece no corroborar la tesis de las Guerrilla Girls, pero es necesario tener presente que buena parte de los fondos exhibidos en Madrid se corresponden a dos períodos. Por un lado, a las vanguardias europeas de la primera parte del siglo XX en la que el cubismo y la abstracción tienen un papel importante y, por otro, al arte procedente de Estados Unidos posterior a la Segunda Guerra Mundial en la que la figuración también es reducida . Así pues, la mujer en la colección del museo suizo que se exhibe en Madrid está más representada como objeto que como autora de la obra.

En el museo Reina Sofía, bajo el título Coleccionismo y Modernidad, se está exhibiendo una parte de las obras pertenecientes a los coleccionistas suizos IM Obersteg y Rudolf Staechelin.  Si tenemos en cuenta el mensaje del manifiesto de Guerrilla Girls contenido en el cartel C y lo ponemos en relación con la información del cuadro 3, se pueden apuntar algunas notas de interés.

Cartel C.- Queridísimo coleccionista de arte: Ha llegado a nuestro conocimiento que su colección, como la mayoría, no contiene suficiente arte creado por mujeres. Sabemos que se siente fatal por ello y que procederá a rectificar la situación inmediatamente. Con todo cariño.

 
 

 


 
Cuadro 3. Coleccionismo y Modernidad. MNCARS
 
Número
Total obras
Hombres
21
58
eres
1
1
Total
22
59
Los datos ofrecen un resultado nítido: las preferencias artísticas de estos dos coleccionistas suizos no se orientaron hacia el arte realizado por mujeres. Dicho de otro modo, sus compras se dirigieron, de manera expresa, hacia obras realizadas por artistas masculinos. Así, en los fondos expuestos figuran las obras de 22 artistas y  únicamente se destaca la presencia de Suzanne Valadon con un cuadro (según el catálogo hay otra obra aunque, posiblemente por razones expositivas, no se exhibe). Ahora bien, si la mujer no es sujeto artístico, también aquí tiene un papel destacado como objeto. En 25 de las 59 obras en exhibición la mujer es motivo central (42 por 100 del total expuesto).

En síntesis, tres décadas después de las primeras denuncias lanzadas por el colectivo feminista Guerrilla Girls, el papel de la mujer en el arte contemporáneo no ha cambiado sustancialmente, tal vez incluso ha empeorado en determinadas circunstancias. El análisis aquí ofrecido queda reducido a dos exposiciones temporales con los fondos de un prestigioso museo europeo. Con los datos del universo analizado se derivan dos conclusiones inmediatas. Por un lado, se constanta la evidencia de que en el arte realizado a lo largo del siglo XX, los estudiosos de la materia destacan el papel de la artista mujer. Si bien su espacio es limitado (la presencia de mujeres en la enciclopedia de artistas no superaba el 10 por 100) es sustancialmente más elevado del espacio del que gozan en los museos (2 por 100 en la muestra del MNCARS). Y, por otro, no parece que en el gusto de los coleccionistas se integren las obras de las mujeres artistas.

Por todo ello, y reiterando la limitación de los universos estudiados, no parece exagerado sostener la vigencia de la filosofía del colectivo Guerrilla Girls, aunque sea preciso seguir investigando en otras colecciones particulares, museos y galerias. El ejercicio empírico ha sido reducido, por lo que las conclusiones no pueden tener más que un carácter orientativo, pero los datos avalan la pervivencia de las denuncias que el colectivo feminista viene realizando desde hace treinta años.  ¿Asistiremos a un cambio de rumbo en el Siglo XXI?. La 56 ª Bienal de Venecia que se está celebrando parece apuntar, como ha señalado la prensa,  en esta dirección o al menos la presencia de mujeres artistas está siendo la más elevada  en la historia de esa muestra.

 

 FUENTES ESTADÍSTICAS

Coleccionismo y Modernidad. Dos casos de estudio: colecciones Im Obersteg y Rudolf Staechelin (2015).  Exposición temporal celebrada en el museo nacional centro de arte Reina Sofía de Madrid.

Fuego blanco. La colección moderna del Kunstmuseum Basel (2015). Exposición temporal celebrada en el museo nacional centro de arte Reina Sofía de Madrid.

Guerrilla Girls 1985-2015. Exposición temporal. Matadero. Madrid.

Ruhrberg, K; Schneckenburger, M.; Fricke, C y Honnef, K. (2001):  Arte del siglo XX. Taschen. Colonia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 13 de mayo de 2015

Visita al museo Reina Sofía (III). El largo camino de la posguerra.


La oscura travesía

 

A Luis Bañuelos Fernández y a todos esos alumnos que me enseñaron a “estudiar la economía y la sociedad en los museos” empleando sus propias palabras.

 

En el año 1939, al terminar la Guerra Civil, España  era un país devastado. El cuadro que Salvador Dalí pintó en el año 1939, El enigma de Hitler, es un instrumento muy adecuado para ilustrar alguno de los rasgos más sobresalientes de la larga posguerra. No se trata de indagar en las referencias dalinianas, tarea propia de especialistas en arte, sino de emplear el contenido de la obra como mecanismo interpretativo de una etapa histórica.
Salvador Dalí: el enigma de Hitler. 1939. MNCARS

El triunfo del ejército de Franco configuró un régimen político que duró hasta su muerte en el año 1975. Se edificó un nuevo estado con un gobierno militar y apoyado en tres pilares básicos: el Ejército, la Iglesia y la Falange, con una ideología oficial basada en el anticomunismo y un aparato institucional construido a partir de intensos procesos de depuración de funcionarios públicos (maestros, profesores, jueces…). La fotografía de Hitler es el hilo conductor que nos recuerda el tiempo de dictaduras en la Europa de finales de la década de los treinta. En España, Italia y Alemania se habían consolidado sistemas autoritarios y la dictadura comunista de Stalin gozaba de un poder creciente.

Ese teléfono cortado se convierte en el signo del aislamiento exterior del régimen de Franco; situación que se mantuvo hasta finales de los años 50. De hecho, España no fue admitida en la ONU (creada en 1948) hasta 1956 y no perteneció al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (creados en 1944) hasta 1958 cuando la diplomacia de Estados Unidos optó por apoyar al régimen de Franco con el objetivo último de incluirlo en su estrategia geopolítica de guerra fría con el comunismo. Por ello, como tan bien nos recordó Luis Berlanga en su película Bienvenido Mr. Marshall (exhibida en la actualidad en la planta cuarta del museo),  España quedó excluida de los efectos impulsores de la nueva política económica norteamericana en la Europa del final de la Segunda Guerra Mundial.

La libertad desaparece; me atrevería a sostener que la misma palabra quedó borrada durante años del vocabulario español. La sociedad española vivió sumergida en un clima de guerra a lo largo de toda la década de los cuarenta. De hecho, el estado de guerra que la Junta de Defensa había decretado a finales de julio de 1936 no se levantó hasta el 7 de abril de 1948.  La movilidad de los ciudadanos queda regulada, no solo las salidas al extranjero precisaban un permiso especial, sino los desplazamientos internos necesitaban una autorización previa, el denominado salvoconducto.

A nadie puede sorprender que la libertad creativa quedara sometida a los criterios estéticos del régimen. El espíritu cultural del momento se nutría de la exaltación nacionalista y la defensa de la tradición como valor artístico. La vanguardia fraguada en los años previos queda liquidada y el ímpetu renovador fue interrumpido. El arte oficial era de tipo conmemorativo; fueron los tiempos del  Valle de los Caídos o el Arco del Triunfo de Moncloa en Madrid, por citar algunas referencias.  Buena parte de los artistas se exiliaron e incluso los que quedaron aquí, como puede verse en la obra de Benjamín Palencia reorientaron su trabajo hacia un estilo más conservador.

La libertad económica también se restringe. Se limitaba la libre creación de empresas existiendo una legislación ordenancista que exigía la autorización previa para abrir un negocio, con el consiguiente bloqueo de las capacidades emprendedoras. No es de extrañar que el Estado, a través del creado Instituto Nacional de Industria, fuera casi el único agente empresarial ante la falta de iniciativa privada.
Museo del Paloteo. San Pedro de Gaíllos. Segovia
La política económica era de corte intervencionista. Se instaura el control de las producciones y por extensión el racionamiento para la compra de los productos básicos (aceite, azúcar, harina…) mediante las cartillas de racionamiento que perduraron hasta bien entrada la década de los cincuenta. Aquí no puedo evitar citar a mi abuelo Gregorio quien conservó su cartilla toda su vida; estaba convencido de que tendría que volver a utilizarla en cualquier momento. La economía experimentó un profundo estancamiento. Las bases industriales estaban deshechas, sólo una agricultura no modernizada y poco productiva sostenía a la población. La sequía del año 1945 provocó unas malas cosechas. La falta de infraestructuras impidió el abastecimiento de unas zonas hacia otras  y el comercio internacional estaba bloqueado por la situación de aislamiento político. El resultado fue una  extensión de la pobreza, hasta el punto que ese año recibe la dolorosa denominación del año del hambre.

La renta media de los españoles cayó como consecuencia del crecimiento negativo que se produjo desde 1935 hasta 1950. La mayor parte de la población vivía en la pobreza. En 1959 el nivel de vida en España era comparable al de Gran Bretaña en 1872 o al de Francia de 1912. Por ello, las cinco judías en el plato, aunque puede interpretarse como una referencia a la situación de los judíos en Alemania, constituye todo un símbolo de carestía en esos años de mercado negro (el famoso estraperlo). La rama rota, la presencia del murciélago, el paisaje oscuro y sombrío son una buena metáfora del período oscurantista. Una barca alejándose y el niño que parece agitar un pañuelo de despedida evocan el exilio. La lágrima y el paraguas colgado pueden observarse como símbolos de la desolación y del dolor originados por el enfrentamiento.

Antoni Tàpies. Gato y Pirámides 1948. MNCARS

Al hilo de todo lo anterior, el cuadro de Antoni Tàpies me trae los ecos del férreo control social y político existente en la España de esos años. Se trata de una obra que, como se afirma en la sala 405 donde se expone, representó una nueva savia  en la recuperación de las vanguardias del primer franquismo.  La pirámide como arquitectura funeraria y ese animal que nos mira desafiante con unas orejas que recuerdan los cuernos del diablo, único pasajero de la noche, evocan el vacío de la muerte y el manto de luto que cubrió a la sociedad española durante tanto tiempo. Esa España en blanco y negro que tanto tardó en desaparecer, tal vez hasta muy entrada la década de los sesenta, cuando se produjeron los cambios de rumbo en la política gubernamental (Plan de Estabilización…) y el crecimiento económico consolidó una clase media que vertebró la sociedad española.

La historia descrita nos queda lejos, afortunadamente; parece una referencia a la vida de las cavernas del país, pero debería recordarse algo más. El pueblo que desconoce e ignora su historia está condenado a tropezar en la misma piedra una y otra vez. Y, en el actual contexto, el deterioro de la educación pública, entre otras cosas, está originando una erosión de las clases medias. En la España de hoy el clientelismo, principalmente el político, ha sustituido a la meritocracia; el rendimiento por el esfuerzo personal es inferior al obtenido por la proximidad al poder. Los efectos no se perciben de inmediato, pero a medio y largo plazo una sociedad que infravalora la formación, el mejor vehículo para impulsar la movilidad social, verá crecer las desigualdades. El desarrollo de un país está estrechamente relacionado con la reducción de la brecha social y la responsabilidad de las élites es elevada, aunque las de aquí parecen desconocer que tienen un papel social más allá del papel cuché.