jueves, 2 de mayo de 2024



Dra. ESTHER MAHLANGU: renovando la tradición.

 

A sus casi 90 años, la artista sudafricana la Dra. Esther Mahlangu es un referente indiscutible en el arte contemporáneo. Coleccionistas, museos, gestores culturales y grandes firmas se disputan su obra y sus exposiciones.

Dra. Esther Mahlangu, que así aparece en la mayoría de las referencias bibliográficas, ha sido nombrada doctora honoris causa por, al menos, dos universidades de Sudáfrica. Además, en el año 2019, el ministerio francés de cultura le otorgó el nombramiento de Officier de l’Ordre Arts et Lettres. Todos esos reconocimientos académicos explican que su nombre sea citado siempre con el título honorario.





El curriculum vitae de esta artista es apabullante. Ha realizado más de 100 exposiciones y colaboraciones con otros artistas y diversas entidades. De manera individual ha efectuado más de 30 exposiciones antológicas y, en todos los casos, han sido organizadas por prestigiosas instituciones, tanto públicas como privadas, en los cinco continentes.


Si se tiene presente la edad de la Dra. Esther Mahlangu, la trayectoria pudiera resultar lógica, pero hay que conocer su experiencia vital para entender el carácter excepcional de su carrera. La artista nació en 1935 en el seno del pueblo Ndebele del Sur en Sudáfrica, pero no fue hasta el año 1989 cuando comenzó su carrera como artista internacional. Su vida, hasta ese momento, transcurría según las pautas de su comunidad. Como era costumbre entre su pueblo, la abuela y la madre la enseñaron a pintar, pero ya desde muy pequeña destacó por su habilidad y creatividad.

Ahora bien, para abarcar en toda su amplitud la figura de esta artista, es preciso hacer una referencia a la sociedad de los Ndebele del Sur. Desde finales del siglo XIX, este pueblo fue sometido por los colonos blancos, viéndose obligados a abandonar sus cabañas de madera e instalarse en poblados con casas de adobe y barro. Los hombres se vieron forzados a trabajar en las ciudades y fueron las mujeres las encargadas de los hijos y de la supervivencia de la comunidad.




El arte de pintar la vivienda, tanto el exterior como el interior, se convirtió para las mujeres en un claro motivo de orgullo, por cuanto era la expresión de su capacidad para sostener y reforzar el hogar. De esta manera, las mujeres comenzaron a decorar sus viviendas con motivos geométricos y colores brillantes, trasladando a las paredes los motivos aplicados a sus vestidos. La decoración de las casas se hacía cuando los hombres volvían, especialmente para las ceremonias vinculadas al paso de la niñez a la madurez de los jóvenes. Esas prácticas decorativas se convirtieron en signos de identidad, orgullo y pertenencia a una comunidad, al tiempo que les diferenciaba de sus vecinos.

A mitad de los años 80, un grupo de investigadores franceses que buscaban documentar el arte y la cultura tradicional llega al pueblo Ndebele y quedan sorprendidos con los trabajos de la Dra. Esther Mahlangu. Unos años después, el centro de arte Georges Pompidou la invita a participar en la exposición “Les magaciens de la terre”. Aquel viaje a París constituyó su primera salida al exterior. Vestida como siempre lo había hecho, con sus vestidos multicolor y sus abalorios, atrajo la atención de críticos, entidades, gestores y visitantes. La senda internacional de la artista había dado sus primeros pasos.




Ahora bien, la Dra. Esther Mahlangu pronto comprendió que la tradición, base de su obra, no podía ser estática. Por esa razón, abrazó la incorporación de su arte a todo tipo de formatos: lienzos, cerámicas, esculturas y objetos tan diversos como aviones, coches o productos de consumo. 

En 1991 la casa BMW le pide que intervenga uno de sus coches, el BMW 525i, en el marco de su proyecto artístico en el que ya habían participado artistas como Alexander Calder, Frank Stella … Su participación supuso un hito. Fue la primera mujer artista invitada en el proyecto de la firma automovilística y además proveniente de una comunidad sudafricana. 



Luego vinieron otras muchas participaciones con grandes marcas, como las intervenciones de los aviones de British Airways, de South African Airways o del lujoso vodka Bellvedere que sirvió para captar fondos en la lucha contra el sida en África. 




En suma, el arte de la Dra. Esther Mahlangu nació de la tradición, pero ella ha tenido un espíritu visionario para reinterpretar ese saber en diferentes soportes, adquiriendo así otro valor y otra función cultural, la de convertirse en  auténticos objetos de arte. Ella ha sido la primera artista que reinventó la tradición del pueblo Ndebele incorporándose de pleno derecho al arte contemporáneo. Su legado artístico es la síntesis de lo local y lo global. Sin renunciar al primero, trabaja por transmitir su saber a las mujeres jóvenes de su comunidad ejerciendo como educadora artística. Y, plenamente integrada en lo universal, sirve de espejo a otros artistas que, como la francesa Sabine Fillit recrea en mosaico una obra de la doctora Mahlangu, que se integra a la perfección en la vivienda de unos coleccionistas que sienten veneración por la artista sudafricana.




Montserrat Casado

 

(*) Este trabajo es deudor, entre otros, de las obras siguientes:

Botero Medina, Sofía (2016): Pintura mural o el arte de decorar viviendas. Función simbólica de la pintura Ndebele.

Botero Medina, Sofía (2017): El arte Ndebele y Esther Mahlangu. Desarrollo, consagración, trivialización y proyecciones. Tesis doctoral. Universidad de Granada.

www.themelrosegallery.com. Johannesburgo.