Las primeras décadas del Siglo XX: dos tertulias
La tertulia del café de Pombo. 1920. José Gutiérrez Solana (1886-1945) |
Tertulia. 1929. Ángeles Santos (1910-2013) |
Un
paseo por las salas de la colección permanente del museo Reina Sofía de Madrid
es una buena ocasión para reflexionar sobre algunos aspectos económicos y
sociales que se dieron en España a lo largo del Siglo XX. Hoy he elegido dos
cuadros, La tertulia del café de Pombo de José Gutiérrez Solana y La tertulia de
Ángeles Santos, para repasar
el proceso de crecimiento y modernización que tuvo lugar durante las tres primeras
décadas del pasado siglo y el nuevo papel de la mujer en la sociedad.
A
comienzos del siglo XX, España era un país atrasado en relación a otras economías
europeas. La agricultura era el pilar económico y la sociedad era básicamente
rural; menos del veinte por ciento de la población vivía en las ciudades. El
crecimiento de sectores industriales (químicas, eléctricas, siderurgia,
construcción de buques…) y en menor medida de ramas de servicios (banca,
seguros…) durante las primeras décadas del siglo originó un aumento de la renta
per cápita y una progresiva convergencia con países europeos. Si en 1900 la
renta media española era el 40 por 100 de la británica, treinta años después
era el 52 por 100. Las mejoras económicas fueron paralelas (de hecho, funcionan
de manera circular) a dos elementos clave: los avances educativos y el aumento
de la esperanza de vida. En el año 1900 la mitad de la población española no
sabía ni leer ni escribir; en 1930 el analfabetismo era del 35 por 100. Asimismo,
la reducción de la mortalidad como consecuencia de los progresos médicos, las
mejoras en la dieta y en la higiene aumentaron la vida media de la población desde
los 35 años de 1900 hasta los 50 años en 1930.
Este
proceso industrializador originó la expansión de algunas ciudades, esencialmente
Barcelona, Bilbao y Madrid donde comenzaron a incorporarse servicios propios de
la vida moderna, como la electricidad, el gas, los tranvías eléctricos o los
automóviles. Y, aunque en la España de estos años persistía una sociedad rural
y atrasada, el proceso modernizador se hizo palpable en las ciudades, facilitando
un “despertar cultural” de grandes proporciones. La fuerza de la Generación del
98 (Unamuno, Baroja…), los nuevos impulsos culturales de los años veinte, con
la Generación del 14 (Ortega…) y la más conocida Generación del 27 hicieron de
la cultura española de finales de la década de los años 20 una versión discreta
de la modernidad europea.
Las obras
seleccionadas permiten ilustrar algunos de los aspectos arriba destacados. Los
dos cuadros comparten, además del título, la representación de una clase
ilustrada de amplio recorrido en las ciudades. La identificación de los
contertulios del café de Pombo permite afirmar que se trata de una reunión de
un grupo de intelectuales y literatos (Ramón Gómez de la Serna, José Bergamín…)
que tenía lugar en el café del mismo nombre situado en la calle Carretas de
Madrid. Por su parte, las cuatro mujeres de la obra de Ángeles Santos, aunque
desconocemos sus nombres, su aspecto físico y actitud permiten calificarlas
como mujeres urbanas, cultas y modernas. De hecho, la lectura está presente en
las dos obras. En el caso de la tertulia masculina el libro sobre el que se
apoya Ramón Gómez de la Serna; en la femenina una mujer está ensimismada
leyendo y otra tiene un papel en la mano, evidenciándose la adscripción de
estas mujeres a esa élite cultural que crecía en el país.
Es
interesante tener presente que durante los años veinte la mujer apareció en la
escena artística como sujeto y no sólo como objeto. Mujeres como Ángeles
Santos, Maruja Mallo, Rosario de Velasco o Remedios Varo, por citar las más
conocidas, gozaron de reconocimiento artístico. Este hecho no tendrá
continuidad y hay que esperar hasta finales de los años sesenta y comienzos de
los setenta para que vuelvan a surgir mujeres con un papel destacado en el
panorama artístico, por ejemplo Amalia Avia
o Carmen Laffón. Esta circunstancia está directamente relacionada con la
ruptura en la trayectoria modernizadora provocada por la Guerra Civil.
Al
margen de las consideraciones estéticas, las dos obras presentan diferencias
notables. Mientras la reunión del café de Pombo es exclusivamente masculina
(aunque se sabe que en ocasiones asistían mujeres, por ejemplo la pintora
Maruja Mallo) tiene lugar en un sitio público, la tertulia femenina se
desarrolla en un interior privado, posiblemente una vivienda o un salón de
alguna institución femenina. A este respecto conviene recordar que en 1915 se
había creado la Residencia de Señoritas, una institución neurálgica para el
progreso educativo y cultural de la mujer, similar a la Residencia de
Estudiantes fundada cinco años antes para los hombres.
Por
otra parte, mientras los hombres pintados por Gutiérrez Solana lucen una
vestimenta muy convencional con traje, corbata y los sombreros posados en una
de las sillas, las mujeres de Ángeles Santos ofrecen un aspecto mucho moderno:
melena corta y suelta, labios y uñas pintados, ropa bastante ceñida que deja al
descubierto brazos y piernas. No hay ningún vestigio de uso del sombrero y, en
mi opinión este hecho se debe no solo a que están en un interior, sino a la
adscripción de estas contertulias al denominado sinsombrerismo; movimiento emprendido por Maruja Mallo y Concha
Méndez proponiendo el sencillo de gesto de salir a la calle sin sombrero y sin
guantes como mecanismo de reivindicación de un nuevo papel de la mujer en la
sociedad.
En
los dos cuadros hay tabaco. En el bodegón de la tertulia de Pombo aparecen una
pipa y una caja de cerillas, por cierto con el dibujo alusivo a la obra de Goya
La Leocadia, evidenciando que los
contertulios fuman y beben en público. Por su parte, una de las mujeres de la
obra de Ángeles Santos está con un cigarrillo entre las manos, pero es preciso
considerar que al estar en un espacio privado, ese cambio en las costumbres
femeninas, aunque transgresor, queda todavía lejos de las miradas generales.
En
suma, la España previa a la Guerra Civil estaba experimentando una importante
transformación derivada del crecimiento económico. Esa modernización se
evidencia con mayor claridad en un segmento de mujeres que se incorporan sin
miedo a las modas imperantes en países más avanzados. De hecho, el sufragio
universal se estaba generalizando en la década de los veinte en los países
desarrollados (Australia 1902, Finlandia 1906, Estados Unidos 1920…) y en
España se adopta en 1933. Dicho de otro modo, la indumentaria que lucen las
contertulias en el cuadro de Ángeles Santos plasma su modernidad no sólo al
vestir al modo de París (silueta recta, lucir piernas, brazos, escote…), sino
sobre todo en su actitud independiente y de ruptura con la tradición que tan
bien encarna la mujer reflejada en el espejo del cuadro del café de Pombo, vestida
de negro, cubierta la cabeza por una especie de velo y acompañada de un hombre
(en algunos lugares figura que se trataba de los dueños del café). Si bien es
cierto que el proceso de modernización no alcanzaba a toda la sociedad, en el
primer cuarto del siglo XX en España se fraguó una élite urbana con importante
presencia femenina que, en última
instancia, contribuyó al progreso educativo y científico del país. La Guerra
Civil quebró esta tendencia y, como veremos en los siguientes paseos por el museo,
el coste fue muy elevado para el progreso y el avance de la sociedad española.
Muy, muy, muy interesante. Gracias Montse
ResponderEliminarComo el resto de publicaciones, un placer leerte.
ResponderEliminarMuchas gracias Montse
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMuchas gracias. Espero que sigas apoyándome.
ResponderEliminarMuchas gracias Montse por ayudarnos a gozar del arte y conocer mejor momentos de nuestra historia, tanto en ámbitos sociales como económicos. Prometemos volver al Museo con la tablet para volver a leer tus aportaciones in situ. Un fuerte abrazo
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