Al entrar en la galería Odalys de
Madrid para visitar la exposición titulada “Las geometrías del tiempo” una pequeña escultura atrajo de inmediato mi
atención. Se trata de una obra de Iñaki Ruiz de Eguino (San Sebastián 1953) en
acero lacado en negro y situada entre dos pinturas muy potentes del mismo
artista, Homenaje a Malevich II y Arquitectura rural vasca. La contemplé
con parsimonia y me fui perdiendo entre sus formas. Me dejé llevar por la
evocación del trabajo de Jorge Oteiza que tan buenos recuerdos me traía.
Experimenté ese sentimiento que provocan las creaciones artísticas que hacen
vibrar las cuerdas del alma. Los vacíos
se integran en la materia de forma armónica formando un todo. Sin apenas darme
cuenta comencé a pensar en los desgarros de la vida y el modo en el que
nosotros buscamos acompasarlos a nuestra existencia; los huecos que te dejan
las ausencias y el rastro que el paso del tiempo van dejando en nosotros. La
alegría y el dolor van incrustándose en el alma y dejando sus huellas. Ese
proceso es vivir. Con esa amalgama de ideas bullendo en mi cabeza me animé a leer la cartela (algo que no
siempre hago) y el título “Surcos del
tiempo (tras nosotros)” me encantó. El artista había condensado en esas
cinco palabras las sensaciones que me envolvían.
Desde esa carga poética inicial
fui pasando a un planteamiento más racional y comencé a reflexionar sobre el
paso del tiempo y de ahí, casi sin darme cuenta, la obra se convirtió en el
símbolo de la trascendencia que en nuestro mundo se da al envejecimiento. En
las sociedades desarrolladas se privilegia la juventud como valor dominante ignorando
el saber y la experiencia de la edad. Resulta paradójico cómo, a medida que la
población se envejece como consecuencia del aumento en la esperanza de vida y
los tramos de edad inferiores se hacen más pequeños, la sociedad ignora y
relega a los mayores al tiempo que sublima la juventud como el arcano de la
felicidad.
No es nueva la búsqueda de la
eterna juventud. El arte clásico, especialmente el griego, nos ha brindado
excelentes obras en las que se exalta la belleza de la juventud. Y, en la Edad
Media la persecución de ese ideal vertebró la investigación en los dominios
próximos a la química o a la medicina. Ahora bien, en la actualidad lo
interesante es el impacto económico y social del paradigma de la juventud. En
España, por ejemplo, durante 2014 se gastaron unos 800 millones de euros
(Diario El Mundo del 17 de marzo de 2014) en intervenciones de cirugía
estética. De hecho, nuestro país es el
primero en Europa (para que luego digan los críticos que no estamos a la cabeza
de nada) en este tipo de operaciones y uno de los cinco primeros del mundo. Resulta
interesante destacar que son las mujeres, entre los 30 y 45 años, las que más realizan este tipo de
intervenciones (aumentos de pecho, rejuvenecimiento de párpados, liposucción…),
aunque también los hombres se están incorporando rápidamente a este mercado. Y,
lo más llamativo del estudio publicado por la Sociedad Española de Cirugía
Plástica es el aumento de la población juvenil como demandante de operaciones
de cirugía estética.
Así pues, no sorprende comprobar
que los gastos de estética han sido incluidos en las tablas de elaboración de
gastos de las familias españolas. Según las fuentes del Instituto Nacional de
Estadística (el organismo público encargado de las estadísticas) en el año 2013
los hogares españoles gastaron más de 12.000 millones de euros en capítulos
como peluquería, estética personal y artículos para cuidados personales y de
aseo. Aunque la cifra es alta, lo
interesante es compararla con otro capítulo, por ejemplo con los libros
comprados (excluidos los libros de texto). Así, el gasto medio por persona en
libros fue de 16 euros, mientras que el gasto dedicado a peluquería, estética y
artículos para el cuidado personal alcanzó la cifra de 229 euros. En otras
palabras, si utilizamos los libros comprados
como un indicador aproximado del cuidado intelectual, los españoles
dedicamos casi quince veces más a la atención del cuerpo que al cultivo
intelectual. Bueno, tal vez no convenga exagerar la preocupación. Retomando
parte del título de la obra desencadenante de esta reflexión, en los surcos de la sociedad española de
nuestro tiempo no será fácil hacer crecer empleos de elevada cualificación,
pero al menos tendremos los parados de Europa con mejor apariencia ¡¡¡
Como siempre muy interesante. Es un placer escucharte y ahora leerte. Gracias por compartir tus inquietudes.
ResponderEliminarConcha. Gracias por dedicar un rato de tu escaso tiempo a leer mis reflexiones.
EliminarAgudeza, gracejo, perspicacia. Todo eso aparece combinado en este bello relato inspirado por una obra de arte, la cual engarzas con la economía y la vida cotidiana; haciendo, de paso..., una crónica literaria.
ResponderEliminarGracias Mario. Ya sabes el peligro del elogio según la sentencia castellana: "Un sabio es el que se recupera de un fracaso; un idiota el que jamás lo hace de un éxito".
ResponderEliminarMe parece interesante que nos cuentes tus visitas e impresiones de las galerias de Madrid, éso hará que nos animemos a visitarlas!
ResponderEliminarGracias Carolina. La idea es más utilizar alguna obra en concreto para reflexionar sobre otros temas de corte económico y social.
ResponderEliminarYa sabes que soy fan tuyo, pero me voy a volver todavía más!! Me parece interesantísimo por dónde llevas tu reflexión. Por un lado, partimos de una pieza, una abstracción geométrica, que podríamos señalar como formalista. No hay nada peyorativo en ello, pero es cierto que en muchas ocasiones el formalismo se "desmarca" en su interpretación del análisis cultural/social; así que el traerlo a este territorio ya me parece interesante. Todavía más, cuando lo traes al tema de la estética, el cuerpo, la obsesión por la juventud… y la realidad que todo ello está creando y reflejando. Genial viaje de la forma (abstracta) a la forma (física). Bueno, paro ya… es que muy potente la línea que estás apuntando. Gracias!!!
ResponderEliminarMuchas gracias David. Tus opiniones me animan en esta aventura "poco ortodoxa" de utilizar el arte para reflexiones de corte más socioeconómico. Lo cierto es que carezco del bagaje necesario para análisis estéticos y artísticos. Con la osadía de la ignorancia, hago público este ejercicio de reflexión buscando aunar los dos caminos que he transitado en mis inquietudes intelectuales.
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